miércoles, 12 de octubre de 2016

No se echa de menos algo, hasta que se pierde

A todos nos ha pasado. Algo que teníamos muy claro dónde estaba (guardado o no), que desaparece sin saber por qué; y en el momento más inoportuno. Nos asaltan las prisas y afloran nuestros sentimientos más primitivos.

Narrarlo en primera persona autobiográfica es complejo. Así que nuestros alumnos han tirado de imaginación para meterse en la piel de otro personaje, que ha perdido su calcetín rojo...


EL CALCETÍN ROJO
Braun Engels se pasó media buscando el calcetín rojo. Lo necesitaba, era importante, muy importante. Aquel era un día que sería recordado por muchos. Aquel día resaltaría en los libros de Historia como el día en el que sería ensalzado el Imperio Alemán.
Braun finalmente lo encontró. Bajo la cómoda estaba aquel calcetín, rojo intenso y tan largo que llegaba casi hasta las rodillas. Su color encajaba de forma perfecta con la bandera del partido, la bandera del país, del país más grande y glorioso de la historia.
Gonzalo Vaquerín (4º ESO)

EL CUMPLEAÑOS DE PETER
Cuando se despertó, Peter se dio cuenta de que era su cumple, y quería ir presentable a vencer a Garfio. ¡Era el mejor regalo que alguien como Peter desearía! Pero... ¡se dio cuenta de que todos sus calcetines preferidos los estaba lavando Campanilla! Pensó que a lo mejor los rojos estarían bien con los pantalones verdes. Empezó a rebuscar entre sus cosas, pero no estaban, no los encontraba. ¡Una hora se pasó buscándolos! Hasta que se dio cuenta de que los tenían los niños perdidos. Se los dieron como regalo de cumpleaños. ¡Qué cara dura!
Pablo Jiménez Alonso (1º ESO)

EL PAYASO EUGENIO
Eugenio busca el calcetín rojo que le falta por poner para ir a la obra de teatro. Hay cinco actores y él es el que representa el papel de payaso. Le falta una hora para llegar al edificio y prepararse para que el público le vea. Cada vez que busca en un sitio y no encuentra el calcetín se pone más nervioso.
Al final, como no lo encuentra, decide coger un rotulador permanente para pintar uno de sus
calcetines blancos, de rojo. Pero tampoco tiene calcetines blancos. Coge uno negro, lo pinta, pero no queda bien ya que es un rojo oscuro y el otro calcetín es rojo claro.
Al final decide que si es un payaso, puede ir mal vestido. Se coge otro calcetín negro y cuando va a salir por la puerta, ve en el mango de la puerta que está la tela roja que le faltaba.
Juan Gómez Villa (1º ESO)

¿UN PERRO TONTO O INGENUO?
A era un perro muy peculiar. Vivía en un piso de 80 metros cuadrados. Lo había comprado a la inmobiliaria solo para hacerse el gracioso. Le había costado 120.000 euros. Los había sacado del banco como cualquier persona normal. Bueno, se puede decir que de alguna manera los podía haber robado. También pagaba la luz, el gas y todos esos rollos. Claro, destrozaba las facturas y se ocultaba a la policía y todo eso para que no le cogiesen.  Era un perro feliz. Pero era tan tonto y raro que ahora se estaba riendo al no encontrar su calcetín de la suerte.
Juan Diego Pérez-Miranda (3º ESO)

EL CALCETÍN PERDIDO DE MUHAMMAD-ALÚ
Se había armado un tremendo revuelo por la desaparición del calcetín rojo preferido del califa Muhammad-Alú. Ese calcetín era el cénit de su colección, lo había comprado en una subasta de calcetines por un millón de rupias.
Cuando se le perdió armó un revuelo tan grande que registraron a todos los sirvientes hasta certificar que no se lo había cogido ninguno. Luego llamaron al detective Achmed, el mejor en buscar calcetines, pues siempre los encontraba. Empezó a buscar en el armario, en el baño, en el salón en la cocina... Nada. Cuando estaba a punto de desfallecer vio uno rastro de hilos rojos recorriendo un pasillo que daba a la habitación del mono, mascota del califa. El calcetín se había convertido en una bola de hilos rojos. Decidió recurrir a su táctica secreta: comprar un calcetín normal rojo barato y sustituirlo por la bola de hilos.
Se lo dio al califa y este le pagó, y todos felices para siempre.
Borja luengo (3º ESO)

NO MIRARÉ POR LA VENTANA
- "Se pasó una hora buscando el calcetín rojo". ¿Cómo se analiza esta frase?
A ver si suena ya el timbre…  Después de seis horas de clase un viernes, lo que menos apetece es tener una clase entera de análisis.
Diiiin.
Así es como empezó aquella tarde.
Después de pasar por el típico interrogatorio de tu madre, me dispuse a tener una tarde de videojuegos. Al levantarme a por el mando, escuché unos gritos que venían de abajo. Llevado por la curiosidad, me asomé por la ventana y me di cuenta de que había dos hombres en la calle dándose empujones. En aquel preciso momento uno de ellos sacó un rifle de una bolsa disparando contra su rival. Acabó así la disputa.
Cuándo iba a salir corriendo la mirada del asesino se cruzo con la mía de curioso. Era un hombre robusto de cabellos negros y largos con ojos estropeados por el  alcohol. Después, bajó la cabeza y se marchó.

A las pocas semanas, caí en la cuenta de que no había avisado a la policía del incidente. Cogí el teléfono, marqué el número y esperé hasta que me contestó una voz fría y ronca. Tras contar lo ocurrido, colgó sin decir nada.
Ahora espero que quien encuentre esta carta sepa lo que ocurrió más tarde.
Espero que avises a la policía del asesinato de un hombre y de un niño, tan solo por mirar por una ventana. 
Samuel Castellanos Tamayo (3º ESO)

viernes, 7 de octubre de 2016

Volver a empezar

El título ya es suficientemente típico y tópico como para hablar aquí de lo que fue el verano, de lo vivido, de lo no vivido y de las nuevas ilusiones del nuevo curso. Todo tan nuevo y un año más viejo.
Más teniendo en cuenta que llevamos un mes en marcha. Más teniendo en cuenta que los escritores nunca descansan; de las musas, mejor no hablamos.

Ya hemos reunido a nuestro grupo de fieles de la pluma, y alguna que otra incorporación al tintero. No dejamos de crecer; ni de crear. La semana que viene podremos leerlos de nuevo.

Me parece que llevan buscando algo mucho tiempo para su protagonista...