EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
Cuando el señor Pepito anunció que muy pronto celebraría su
55º cumpleaños con una fiesta de especial magnificencia, hubo muchos
comentarios y excitación en Pepilandia. Pepito buscó información de por qué se
hacían tantos comentarios. Le dijeron que iba a venir mucha gente, pero él se
negó, ya que él había invitado a sus vecinos y no a toda la isla.
Dibujo de Daniel Solano y D. Mora |
Enfadado, anuló la fiesta porque nadie iba a una fiesta o un
cumpleaños que otro había anunciado sin invitación, y se fue a su casa. Pepito
también estaba rabioso porque no hacía falta pregonar en todas partes. De
repente, llamaron a la puerta de su casa. Abrió y se sobresaltó al ver a una
persona de dos metros. Pepito le preguntó qué quería. El hombre le contestó que
iba buscando a alguien que le informara sobre lo que ocurría en la ciudad Pipo
en Pepilandia.
Pepito cerró de un portazo. La puerta se partió y dos trozos
de madera cayeron al suelo. El ruido atrajo a más personas. Pepito no sabía qué
hacer. No podía llamar a la policía porque en ese momento no existía. Como no
podía escapar pidió que la gente se fuera porque no podía arreglar la puerta de
madera con un grupo de curiosos alrededor. Los curiosos obedecieron y se fueron dispersando. Fue un
momento de diez minutos interminables.
Juan Gómez Villa, 1º ESO
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