En la piel del escritor

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR ENCANTADA
Estaba a punto de finalizar mi historia en mi I-pad cuando se acabó la batería.
Busqué el cargador por todas partes pero no lo encontraba. Por lo que decidí buscar un pen drive en el que tenía todos los datos guardados. Cuando lo vi, cometí la insensatez de pedirle a mi perro Max, que me lo acercara. Pero el muy glotón se lo comió, y como último recurso decidí escribirlo manualmente. Después de tres o cuatro bolis sin tinta, encontré el boli perfecto con el que logré terminar mi obra.
Pero cuando estaba a punto de terminar el boli se me destintó.


Yago Reyero Martín, 2º ESO

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