Es un secreto

NO SE LO CUENTES A NADIE, ESTO ES UN SECRETO
“No se lo cuentes a nadie, esto es un secreto”. Eso fue lo último que le dije a mi novia, antes de que sufriera el brutal accidente que me la arrebató. Me llamo Juan Fernández soy escritor y tengo treinta y dos años. Un día apareció en mi despacho un hombre que no tenía rostro. Me dijo que era editor y que quería que le escribiese una historia. Le pregunté qué clase de historia quería que escribiese para él. Lo que me dijo me impactó mucho, ya que no esperaba una respuesta de ese tipo. ¡Quería que escribiese una religión! Me dio órdenes específicas, quería que esa religión, en vez de tener un ser que descendiese desde el cielo para salvar a la humanidad, sería un ser que subiese desde el mismísimo infierno a castigarnos por todo lo malo que le hemos hecho a nuestro mundo. 
Muy a mi pesar acepté el trabajo, porque me iba a pagar ciento cincuenta mil euros por adelantado. Estaba pasando un mal momento económico, me vi en la tesitura de aceptar el trabajo. Supongo que te estarás preguntando qué tiene que ver mi novia en todo esto. Pues eso iba a contaros. Una vez se hubo ido ese hombre de mi despacho, fui rápidamente a la casa de mi novia a contarle la buena noticia. Ella era la mujer más bella de toda Valencia. Tenía pelo color cobrizo y su voz era suave como una brisa de verano. Se puso contentísima cuando le di la noticia. Aquí es cuando las cosas se tuerce. Me preguntó qué era el libro, yo le dije:
-Cariño, esto es un secreto, no se lo cuentes a nadie. En el libro, lo que tengo que escribir es una religión en la que…
Me frenó en mitad de la frase, y me dijo que debía devolver ese dinero. Que ella no quería ver ni un mísero céntimo de ese dinero. Que no iba a traicionar sus creencias, fuera la cantidad que fuera. En ese momento, le mentí, le dije que iba a devolver el dinero. Creo que ese fue uno de los grandes errores que he cometido en esta vida.
Al día siguiente, empecé a redactar el borrador de mi libro. Pasaba horas, días e incluso semanas enteras escribiendo. Para cuando terminé de escribir el borrador, contacté con el hombre llamándole al número que había dejado. Quedamos para que juzgase el borrador e hiciera las correcciones que resultasen convenientes. Según él, era perfecto, era justo lo que quería. También me dijo que me daría cincuenta mil euros más. Tenía que enviar el borrador a una dirección específica. Justo en ese momento decidí romper el borrador. Sabía que algo malo escondía ese libro y ese hombre me dio muy mala espina desde el minuto uno, sólo acepté el trabajo por el dinero.
El accidente estaba cerca.
Esa misma noche, mientras dormía, soñé que mi novia había sido despellejada con un pelador de patatas. Justo en ese momento desperté, estaba en la habitación en la que dormía mi novia. Tenía un pelador de patatas. Miré hacia la cama, y ahí estaba su cadáver ensangrentado y despellejado. Apenas se podía vislumbrar su rostro. Yo creo que esa fue la venganza del  Prisionero del cielo por romper el borrador. Tuve que huir de Valencia por miedo a tener que entrar en la cárcel. Fue inútil, al poco de huir me encontraron en París, fui juzgado y encerrado. Llevo pudriéndome en este zulo más de veinte años. A veces deseo morir para poder salir de esta trampa para ratas.
José Jesús Benítez (1° ESO)

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