La fiesta de cumpleaños

La fiesta de cumpleaños
Hoy es mi cumpleaños y estoy supernervioso. Además, he oído decir a mi madre que me van a hacer una fiesta sorpresa y que vendrá mi padre. Tengo tantas ganas de verle... Hace cuatro meses que no le veo; ¡qué nervios!
Al llegar a mi casa, bajando la cuesta, me fijo en que hay muchos policías, más de lo normal. Empiezo a sentir algo en el pecho, pero me imagino que serán los nervios de encontrarme a mi padre. Al subir a mi casa veo que hay muchos flashes y que la puerta está abierta. A través de la puerta veo a un policía haciendo fotos en el suelo. Miro hacia donde está enfocando la cámara y veo unos pies y un charco de sangre; un hombre se fijó de mi presencia y me llevó fuera. Yo ya había empezado a llorar sin motivo alguno, pero me imagino que mi subconsciente ya sabía lo que estaba pasando. Me dijo que la llamaron al telefonillo y que mi madre les abrió pensando que eran los invitados, pero al abrir la puerta un hombre le clavó un puñal en el estómago y empezó a darle una paliza. Pero tranquilo, me dijo, no sufrió nada. Yo sabía que lo decía para consolarme, pero todo el mundo sabe que si te dan una puñalada y después te dan una paliza sufres mucho, pero yo no dije nada. Todavía estaba asimilando el hecho de que mi madre había muerto. Pregunté por mi padre y el policía me miró aun más preocupado. Las frases que me dijo a continuación no se me olvidarán jamás. Me dijo que el asesino de mi madre era mi propio padre, el hombre al que yo admiraba, al que estaba esperando desde hace cuatro meses. Yo me derrumbé, ya no podía más; mi madre muerta, mi padre manchado de sangre hasta la médula. Pero he de decir que no me extrañó lo más mínimo; ya que mi madre le quitó mi custodia por la fuerza, así que mi padre tenía motivos para odiarla. Desde ese momento mi vida fue a peor: me adoptó una familia que me odiaba. Solo me querían por el dinero que les daba el estado por adoptarme. Fui a peor en los estudios y en el colegio me empezaron a hacer bullying y a excluirme en los patios. Yo necesitaba estar solo y ellos no me entendían, así que se metían conmigo.

Gabriel Quesada Lobo (3º ESO)

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