Los dioses del siglo XXI: las nuevas tecnologías

LOS PROBLEMAS CON LA NUEVA TECNOLOGÍA
Llevo media hora observando la pantalla del ordenador porque pone que está cargando y me pone que no apague el equipo. Tras mucho tiempo de espera apareció el escritorio lleno de aplicaciones. Me metí en Google y busqué una página web de venta de móviles. Di mis datos y luego tuve que contar porque quería inscribirme. De repente miré a la pantalla y vi que todo lo que había escrito estaba en mayúsculas. Tuve que borrar todo lo que había escrito para volver a empezar. Tardé una eternidad en explicar por qué quería inscribirme. Después le di a aceptar y me aparecieron unas condiciones para aceptar los problemas que podrían ocurrir sin querer si el télefono no llegaba a mi casa cuando lo había pedido o cosas parecidas. Pasé de leerlo y di a aceptar las condiciones. Apagué el ordenador y horas después me llegó un paquete. Era el teléfono. Era inmenso. Lo puse a cargar. Luego estuve dos días utilizando el teléfono. Iba rápido pero el cuando pasaron los dos días de gloria con el aparato  llegó lo peor. Había dejado el móvil a cargar y bajé a dar un paseo de veinte minutos. Al subir por las escaleras cuando volvía del paseo noté un olor a quemado. Abrí la puerta de mi casa y de una de las habitaciones salía un montón de humo. Llamé inmediatamente por el teléfono fijo de mi casa a los bomberos. Luego bajé corriendo. Dos horas después de que se hubiera apagado el humo, los bomberos se fueran y la multitud de curiosos se hubiera ido, entré mi casa para ver qué era lo que había provocado el incendio. Pasé la puerta de la habitación y me encontré con el enchufe destrozado y el teléfono hecho trozos. Recogí toda la porquería que había en la habitación. Me metí en la habitación con el ordenador y me metí en la web para explicar qué era lo que le había ocurrido al teléfono. Al día siguiente me contestaron diciéndome que el problema no era de ellos sino que primero debía leer las condiciones, segundo leer el manual de cómo cargar el teléfono y el tiempo que tiene que estar de carga. Las semanas siguientes la gente ponía en los comentarios lo que les ocurría. Ninguno había leído el manual de instrucciones ni las condiciones. El que manejaba todo le respondió lo mismo que me había puesto. A las cuarenta y ocho horas intenté meterme en la página web pero ya no estaba. La debían de haber borrado y habían conseguido dinero engañando.
Juan Gómez Villa (2º ESO)

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